MARISA CRUZ / Madrid
29/06/2011/El Mundo
Rajoy le desea «lo mejor para su futuro personal y familiar», Duran Lleida le agradece el «tiempo dedicado a servir al país» y Erkoreka «su esfuerzo»
El líder del PP le pide que «acabe ya con el calvario» y adelante las elecciones y el portavoz de CiU le dice que «la legislatura está agotada»
Zapatero dice adiós. Su útimo Debate sobre el estado de la Nación sólo deja una duda abierta: ¿cuál será la fecha exacta de las elecciones? El presidente no quiso avanzarlo, pero la sensación que sobrevoló la Cámara después de escuchar sus palabras fue la de que la llamada a las urnas se producirá en otoño.
Mientras tanto, pocas novedades caben esperar en la vida diaria de los españoles. Ayer ni Zapatero planteó nuevas iniciativas, ni el líder de la oposición desveló sus alternativas. Probablemente, porque para el primero ya no queda tiempo, en tanto que para el segundo aún no ha llegado el momento definitivo.
El debate político se empantanó, como en tantas otras ocasiones, en el cruce de reproches a cuenta de la incapacidad del Gobierno para generar confianza y a propósito de la falta de cooperación prestada por el Partido Popular a la hora de impulsar las reformas que necesita el país. Uno y otro se culparon de haberse puesto palos en las ruedas.
Nada más, apenas cuatro ideas seminuevas de último minuto expresadas por Zapatero a modo de testamento. A saber: la aprobación de una regla de techo de gasto en las autonomías similar a la que se va a aprobar en el Estado y en las corporaciones locales; una línea nueva de crédito del ICO para permitir que los ayuntamientos alivien su morosidad y paguen a sus proveedores; un plan para proteger a las personas a las que les resulta imposible atender al pago de sus hipotecas, y, por último, nuevas medidas en favor de los emprendedores y autónomos.
A partir de ahí, dos claves predominaron: de un lado, el tono de despedida y, de otro, la insistente demanda de un buen número de fuerzas parlamentarias de celebrar elecciones cuanto antes.
El presidente del Gobierno expresó su «respeto más profundo» a España y rindió homenaje a la «convivencia en paz y libertad» de los españoles; recordó los intensos debates que ha mantenido a lo largo de siete años con los líderes parlamentarios, «tanto en los momentos de prosperidad como, ahora, de recesión y grave preocupación social», e insistió en que su actitud siempre ha sido ésa, la del respeto a un país sobre cuyo futuro dijo seguir manteniendo la «más absoluta confianza».
Para finalizar, también se despidió de su grupo parlamentario, que le agradeció en pie el homenaje con un cerrado aplauso.
Tras esta escenificación final, pocos dudaban de que el propio Zapatero estaba pronunciando sus últimas palabras desde la tribuna del Congreso. Algunos, sobre todo en las filas de la oposición, especulaban en pasillos sobre la posibilidad de que las Cámaras ya no se abran en septiembre, o lo que es lo mismo, que antes de las vacaciones de agosto Zapatero anuncie la convocatoria electoral.
Rajoy captó el tono de despedida, también Duran Lleida y Josu Erkoreka. Todos respondieron al adiós del presidente. El primero le reiteró su «consideración y respeto» -«sabe que se le tengo», dijo- y le expresó los «mejores deseos para su futuro personal y familiar».
El segundo le recordó que será la Historia quien le «juzgue», pero le agradeció calurosamente «el tiempo que ha dedicado a servir al país». «Bien o mal», añadió. Y el tercero le reconoció «su esfuerzo», su actitud «asequible, llana y normal» y su espíritu «volcado en el servicio público con un alto coste personal y familiar». Todos le desearon «lo mejor», pero también todos le echaron en cara que deje un país en estado comatoso, mucho peor que el que encontró cuando llegó al poder.
Los dos primeros, el líder del PP y el de CiU, reclamaron abiertamente el adelanto electoral.
Rajoy insistió en ello. «Este Gobierno», recalcó, «no hace sino empeorar las cosas. ¿Por qué prolonga esta calamidad, este calvario estéril, esta agonía? ¿Acaso los españoles tienen algo bueno que esperar de este Gobierno tras siete años?».
La intervención del líder de la oposición no fue, tal y como se esperaba, de tono presidencialista. Rajoy se limitó, como ha hecho en muchas ocasiones, a poner de relieve los graves errores que en su opinión ha cometido el Ejecutivo y recalcar que su tiempo ha pasado.
Así, no dudó en señalar que el país sigue enfangado en la crisis con cinco millones de parados, una deuda creciente, la prima de riesgo coqueteando con los 300 puntos, la demanda interna paralizada y el grifo del crédito cerrado.
El presidente del Gobierno reconoció estas circunstancias y el líder de la oposición las magnificó. Todo dentro de los cauces ya conocidos.
Como era de esperar, el presidente dedicó prácticamente todo su tiempo a defender su gestión, dificilísima, llegó a decir, en los últimos dos años, cuando los mercados financieros convulsos y desconfiados no han dado apenas respiro. Aseguró que con ello no pretendía desembarazarse de su «responsabilidad», pero sí poner de manifiesto que sólo el haber logrado que España se haya mantenido a flote sin necesidad de rescate -como les ha sucedido a Irlanda, Portugal y Grecia- es fruto «del esfuerzo colectivo».
Precisamente en la idea de unidad y trabajo conjunto quiso detenerse de forma especial. Zapatero hizo un llamamiento a todas las fuerzas políticas, pero muy claramente al PP, para que, al margen de los intereses partidistas, acepten prestarse a un «mínimo diálogo constructivo» para dar al país el «impulso definitivo» que necesita.
Y es que el presidente, que siempre tiene un rasgo optimista, dio por hecho que la economía española ha salido desde hace algo más de un año de la recesión. En concreto, habló de cinco trimestres de crecimiento continuado, aunque todavía muy débil, desde luego a todas luces insuficiente para crear empleo. Él, no obstante, está seguro, y así lo apuntó, de que la remontada del país empezará a verse con claridad en el segundo semestre del año.
Pocos se dejaron contagiar por estas palabras. Rajoy insistió en que «el país se desangra por el paro y la deuda», en tanto que el Gobierno sólo ofrece «promesas, excusas y adornos». «Su capacidad para resolver problemas se remite siempre a un futuro que nunca llega», le espetó.
Y después añadió: «Las elecciones permitirán abrir un tiempo nuevo, en tanto que usted pretende condenarnos a un tiempo perdido. Los ciudadanos le piden que se abran las urnas. No hay otro camino». Rajoy aseguró que él personalmente no tiene prisa; en su opinión, quienes sí la tienen son los españoles.
El portavoz de CiU, Duran Lleida, el único que llegó a esbozar propuestas políticas y económicas concretas, habló de «desaliento de la calle» para sumarse así a quienes ayer intentaron trasladar a Zapatero la desesperanza en la que están sumidos los ciudadanos.
También él dijo que «la legislatura está agotada» y planteó tres posibilidades. Sólo una, justo la que Duran dijo no recomendar, pasaba por prolongar el mandato hasta marzo. Las otras dos reclamaban el adelanto electoral a otoño: una de ellas cerrando previamente las reformas más maduras y, la otra, pactando ya en tres terrenos: el del empleo, el del impulso a la liquidez y el de la estabilidad para la Administración.
Por si acaso, Duran sí dejó claro que su grupo político no dará su voto al eventual proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2012. En opinión de CiU, el electroencefalograma económico del país «es plano», España necesita «un nuevo horizonte» y Zapatero «ya no se lo puede ofrecer».
El presidente del Gobierno no quiso, sin embargo, ahondar en la cuestión de las fechas electorales. De hecho, llegó a pedir tiempo para concluir con las reformas que, según aseguró, acabarán dando sus frutos. Y, en consecuencia, reclamó «respeto» a su autonomía como presidente para decidir el momento en el que convocará a las urnas.
Para el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, el futuro que le espera al país es «duro y complicado» y se impone hablar con «franqueza» a los ciudadanos. Muchísimo más duro fue el representante de IU, Gaspar Llamazares, quien no dudó en atacar a Zapatero por uno de los lados que más le duele: el de la renuncia a los principios de la izquierda. La misma tónica fue seguida por el portavoz de ERC, Joan Ridao.
Vaya tela, ni se va, ni se queda, haber si se decide, Yo creo, que para el otoño dejará el tema, y convocará elecciones, porque se nos va a juntar todo, y el país ya está en agonía contínua y asi no puede estar.
ResponderEliminar¡Váyase zapatero!