MANUEL MARRACO / Madrid
01/06/2011 / El Mundo
Pero aquéllos no eran tiempos para sospechar demasiado: «Judicialmente, las cosas no eran como ahora. A mí me llegaron a decir [no aclara si desde la Policía] que, lo mismo que los soldados de fortuna, ellos [los islamistas] podían ir a donde quisieran», declaró el policía.
Así pues, el perfil que daban al grupo investigado no era el de una célula que podía atentar en España. Más bien, de musulmanes que echaban una mano a radicales de paso por España y de camino a países en conflicto.
El agente ha hecho estas declaraciones en el segundo día de juicio a Moutaz Almallah, detenido y extraditado como uno de los posibles cerebros de la masacre pero al que, finalmente, sólo se acusa de colaboración, con una petición de ocho años de cárcel.
Los policías explicaron ante el tribunal que siempre preguntaban a sus fuentes -hoy testigos protegidos- quién hablaba y quién callaba en las reuniones de adoctrinamiento. Es decir, quién tenía más ascendente y quién, con su silencio, mostraba sumisión. «Nos dijeron que El Tunecino callaba cuando hablaba Moutaz», declaró uno de los policías. Una descripción que parece devolver al acusado al papel de cerebro con el que fue detenido y no al de mero colaborador, que es el que finalmente le ha llevado al banquillo.
Bueno, bueno, pues si decimos eso, mal andamos o andamos mal.En fin, será cosa del directo.
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