M. MUCHA
19/06/2011/El Mundo
Era el año del saqueo de las bóvedas de las entidades financieras, incluida la del Banco de España [el 15 septiembre de ese año salía desde Madrid el primero de los trenes que transportaron a Cartagena el oro que sería embarcado a Rusia]. No había nada seguro. Había dos bandos que se disputaban todos los bienes. Botín II, con 33 años, viajó primero a Inglaterra. Su destino final era Suiza. Con el Santander intervenido por los republicanos, con la peseta devaluándose a niveles africanos [la moneda acuñada por el bando rojo se devaluó ese año en 19,3%; en 1939 caería un 99,7%], las dudas se habían apoderado de los millonarios. Pura Guerra Civil.
El país helvético era la mejor alternativa. Numerosas familias ricas españolas ya lo habían elegido como el destino para salvaguardar su patrimonio. Las grandes fortunas -de ambos bandos- creían que era el lugar. Incluso Fabra Ribas, ministro plenipotenciario de la República en Berna, intentó depositar en una cuenta del Crédit Suisse 30 millones de francos suizos.
El viaje de Botín Sanz de Sautuola se extendió más allá de lo autorizado por el régimen. Su ausencia causó sospechas en el gobierno. Tanto fue así que nombraron otro director general.
Pero Botín II, padre del actual director, quien entonces sólo tenía dos años, no perdió el norte de su empresa durante ese tiempo. «Primero desde Londres y después desde Basilea, se mantuvo en contacto permanente con sus compañeros de la junta [de gobierno] e incluso efectuó ciertas diligencias relacionadas con créditos pendientes de diversas sociedades extrajeras clientes del banco». De este modo lo describe Pablo Martín Aceña, en Banco Santander, 150 años, autor de Un siglo de historia del sistema financiero español [Alianza Editorial, recientemente publicado], uno de los grandes eruditos en política monetaria. Es la versión oficial de la escapada. Por supuesto, nada se cuenta sobre el otro fin de Don Emilio: salvar el capital del clan.
El Viejo, como lo llamaban en el mundillo de Azca y similares, se habría de sentir aliviado cuando, un año después de su operación -creó una fundación de derecho inglés en Suiza para salvaguardar el patrimonio de los Botín- el banco recibió la orden de «evacuar todos sus libros, metálico billetes, valores y efectos en cartera». El destino de ellos sería Le Havre [noroeste de Francia] y Valencia.
Sólo en 1939 se recuperaría la mayor parte de esos bienes, por gestión personal de Botín -«se encontró en el inmenso botín abandonado por los rojos en Figueras»-, quien ya había regresado de su exilio. «Durante los 57 años que dedicó a su Santander convivió con la dictadura del general Primo de Rivera, la República, el franquismo y la democracia», afirma Jesús Salgado, autor de Botín, historia de una saga. Falleció en 1993 y su banco «es el único de los grandes dirigido por una sola familia».
Hace unos meses llegó una solicitud de Hacienda con su nombre en el sobre. Era para pedir información sobre la fundación que montó en Suiza. Unos ahorros que podrían superar los 1.000 millones de euros. Una hucha en la que no se introdujo ni un euro más desde su muerte.
Tres cuartos de siglo después de ser abierta la cuenta financiera, El Viejo vuelve a los medios, a los que no se enfrentaba apenas. Discreto y enigmático, sólo dio dos entrevistas personales en su vida.
Si es que ya me lo decía mi abuela, nadie se hace rico trabajando...
ResponderEliminar