22 de Junio de 2011 - 08:47:27 - Luis del Pino/Libertad Digital
Publicamos hoy en Libertad Digital, en información de Angela Martialay, nuevas evidencias gráficas sobre el rapidísimo proceso de destrucción de los trenes que siguió al atentado del 11-M. O más bien podríamos decir sobre el rapidísimo proceso de destrucción de pruebas. Porque de eso se trataba, en definitiva. En concreto, las fotografías que hoy publicamos corresponden a los días 14 y 15 de marzo y están tomadas en la estación de El Pozo.
Resultan impactantes las imágenes, por cuanto permiten comprobar cómo se emplearon todos los medios humanos y mecánicos para limpiar los escenarios de los crímenes de cualquier mínima prueba que permitiera llegar hasta los ejecutores, los organizadores y los inductores de la masacre.
Como también resulta impactante pensar - tal como señalaba ayer Javier Somalo en La noche de César - que ese proceso de destrucción masiva dio comienzo mientras aún seguía muriendo gente en los hospitales de resultas del atentado, mientras aún no se había ni siquiera terminado de identificar a todas las víctimas.
Mucho antes de que los españoles hubiéramos terminado de llorar a nuestros muertos, mucho antes casi de que hubiéramos empezado a llorarlos, las órdenes de destruir los trenes y eliminar cualquier prueba ya estaban dadas y habían comenzado a ejecutarse. Y seguimos todavía sin saber quién dio esas órdenes.
Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas permiten albergar esperanzas de romper el muro de silencio establecido en torno a los atentados del 11-M. A las declaraciones de los Tedax de las que dábamos cuenta en Libertad Digital estos días pasados - y que han puesto de manifiesto en sede judicial las irregularidades cometidas por el comisario Sánchez Manzano - se unía hace escasas fechas la declaración voluntaria de un testigo que vio transportar los trenes hacia el desguace. Y se unen hoy también estas fotografías que publicamos, evidencias gráficas aportadas a Libertad Digital por un ciudadano que tuvo la oportunidad de ser testigo directo de aquella destrucción de pruebas inexplicable.
España se encamina hoy hacia un cambio político. Y lo hace habiendo fracasado todos los esfuerzos por enterrar el 11-M en el olvido. Después de todo el tiempo pasado, después de todos los esfuerzos por apuntalar una versión oficial tambaleante, siguen apareciendo testigos y evidencias que permiten ir completando poco a poco el puzle.
Aunque lo más importante es que ya poca gente discute (a diferencia de lo que sucedía hace no tanto tiempo) que después del 11-M se produjo un escamoteo inexplicable de las pruebas, con el fin de sustituirlas por otras que apuntaran hacia el terrorismo islámico.
Esperemos que las investigaciones de la juez Coro Cillán nos permitan arrojar algo de luz sobre las dos preguntas fundamentales que quedan por resolver: quién ordenó ese escamoteo y por qué.
Haber, todo esto está muy bien, pero hay que estar al loro, no vaya a ser, que nos den sopas con ondas.
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