Rosa Díez
He leído las “solemnidades” vertidas por Rajoy en su comparecencia tras la reunión de su ejecutiva para analizar los resultados y ofrecer a los ciudadanos sus compromisos. La verdad es que tras “el brindis de los pepinos” poca cosa seria se podía esperar de él.
Así que, para no defraudar las nulas expectativas de propios y ajenos, D. Mariano Rajoy se dedicó a enumerar las medidas que iban a poner en marcha tras “haber ganado las elecciones municipales y autonómicas”. Ante sus correligionarios y los medios de comunicación desgranó hasta diez medidas de austeridad en el gasto y de control del conjunto de las administraciones públicas: medidas contra el despilfarro, contra las duplicidades, por la limitación del endeudamiento en comunidades autónomas, por la racionalidad en el uso de los coches oficiales…O sea, un recetario de medidas imprescindibles y urgentes…que podían haber tomado hace años en todas las CCAA y ayuntamientos en los que ya venían gobernando.
No se que es lo que me parece peor de esta aparición, si que me confirme la idea de que no tienen remedio o el hecho de que quieran tomar a los ciudadanos por tontos. Claro que no le voy a decir eso en público a Rajoy, porque seguro que me contesta como lo hizo Zapatero cuando le hice esa pregunta retórica en una sesión del Congreso de los Diputados: “Cómo voy a creer que los ciudadanos son tontos, si me han votado…”
En el fondo, y para nuestra desgracia, el PP se parece cada vez más al PSOE en la falta de respeto que muestra para con los ciudadanos. Porque hacer esas proclamas, habiendo gobernado desde hace siglos en Murcia, en Valencia y en el Ayuntamiento de Madrid (por citar sólo tres ejemplos) es una burla para con la gente. ¿Acaso no podían haber tomado medidas antes? ¿A qué estaban esperando para reducir el número de Consejerías, suprimir fundaciones o sociedades públicas de nulo interés político y social, fijar un techo de gasto y de endeudamiento en los ayuntamientos y en las CCAA en que gobernaban, ser austeros y transparentes en las adjudicaciones públicas, en los sueldos, en los pliegos de licitación, en las condiciones de acceso a la función pública, ser restrictivos en el número de cargos de libre designación…?
¿Cómo puede hablar de gobernar de otra manera teniendo sus listas electorales plagadas –como el PSOE (y en menor medida IU)- de procesados por delitos contra la administración pública? ¿Cómo quieren que les creamos –por mucho que nos gustaría hacerlo—si cada vez que hemos llevado a las Cortes propuestas en pro de la transparencia y la austeridad y medidas para el control económico y financiero de las CCAA no las han apoyado o directamente han votado en contra?
Como me decía ayer mismo Álvaro Anchuelo tras leer, con el mismo asombro que yo, las proclamas del llamado líder de la llamada oposición, podríamos decirle:”¡Bien venido al Club!”. Pero si hiciéramos eso contribuiríamos a falsificar la realidad. Porque ni este hombre ni su partido están de verdad por la labor. Repiten como loros las ideas fuerza de Unión Progreso y Democracia- desde la unidad de mercado hasta el fin de las duplicidades- copiando incluso la terminología. Pero no son creíbles porque han tenido ya oportunidad de hacer esas cosas de las que hoy predican y han hecho justo lo contrario.
El Partido Popular es tan responsable como el Partido Socialista de este tinglado que se ha montado en España, tanto en las Comunidades en las que gobierna el uno como en las que gobierna el otro. Qué decir de las cesiones a los nacionalistas; aún no han ganado las elecciones generales y ya están los del PP (no solo autonómico, también nacional) enseñando la patita a los de CIU apoyando –en sendas votaciones en el Senado y en el Congreso– el anticipo de 1400 millones de euros que pide Artur Mas para ir allanando el camino de futuros pactos. Como todos sabemos, el PP no ha ganado ahora las elecciones, ya gobernaba en muchas comunidades autónomas y en muchos ayuntamientos, ¿por qué han esperado tanto? ¿Qué día se cayeron del caballo?
En fin, que esto también lo podemos ver desde la perspectiva de que vamos ganando batallas políticas, que nuestro mensaje, nuestras propuestas y nuestro compromiso con los ciudadanos son tan potentes que tienen que incorporarlo al menos en el discurso. Eso es indudable; pero no puedo por menos de señalar que la actitud de este Rajoy prometiendo cosas que no ha cumplido teniendo los medios y la responsabilidad me deja un regusto amargo. Es como si quisiera parecerse a lo peor de Zapatero: no asumir nunca su responsabilidad y esperar que los ciudadanos no se percaten de ello. En suma, faltarnos el respeto a todos. Lo peor que puede hacer un político y más aún un gobernante. O un aspirante, por supuesto. Mal empezamos.
Son unos copiotas, y es verdad, que nuestras ideas las vuelven a decir ell@s. Por tanto, nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarÁnimo Rosa, que ya estamos en marcha.