Esta semana pasada ha estado marcada por una serie de malas noticias tanto políticas como económicas. Los hechos más lamentables han tenido como protagonistas a dos terroristas de ETA, Sagarduy y Troitiño. Ambos han salido de la cárcel; ambos son sanguinarios asesinos que jamás se han arrepentido; ambos han provocado, con su puesta en libertad, una inmensa conmoción entre las víctimas y en la generalidad de los ciudadanos de bien.
A estos dos bestias de la naturaleza les une su ansia infinita de matar, de hacer el mal; pero la historia de su excarcelación les separa relativamente: el primero de ellos, Sagarduy, ha cumplido la condena máxima prevista en aplicación del Código Penal, 31 años y nueve meses. El segundo, Troitiño, se ha beneficiado de una benéfica interpretación de la ley establecida en 2008 por el Constitucional y que es muy discutida ente juristas y por el Supremo. La interpretación más beneficiosa para el reo de esa doctrina del Constitucional sobre el doble cómputo de las penas, ha puesto en la calle a este asesino impenitente tras cumplir 24 años –de una condena de ellos– por asesinar a 22 ciudadanos.
Sagarduy llegó a su casa tras homenajes varios y salió al balcón a brindar con cava por su triunfo. Ni una pizca de arrepentimiento. En la calle, ante la cárcel, a mitad de camino, vítores de todos esos “angelitos” que quieren seguir matando a la democracia y a sus defensores desde las instituciones democráticas y que mientras esperan a que les dejen colarse veneran a sus héroes, terroristas sanguinarios. La semana terminaba con un nuevo homenaje en Amorebieta, rodeado de los suyos, entre los que estaba Tasio Erkizia, padrino de Sortu, ese vómito al que Patxi López, Eguiguren y otros ilustres socialistas exigen se trate como a un partido político democrático. Entre gritos de “golpear hasta ganar” y “la lucha es el camino”, el terrorista, su mujer, sus padres y su hija, (una niña entre cuatro adultos proclives al crimen, orgullosos de quienes los cometen) puño en alto y en el balcón de su casa, volvieron a escenificar lo que significa para estos ese “proceso de paz” que tanto daño nos ha hecho y que tanto añoran desde el Gobierno de la Nación y sus aledaños. El homenaje era un acto ilegal; pero se realizó como los anteriores. Lo peor es que se pactaron los términos entre Erkizia y la Ertzaintza; me recuerda otros tiempos que creí superados; los tiempos de la complicidad entre nuestros enemigos y nuestra policía. Qué horror y qué asco. Qué falta de respeto a las víctimas; qué pedagogía tan antidemocrática. Qué desolación.
El otro, Troitiño, salió de la cárcel y desapareció. Ante el escándalo producido por su liberación la Fiscalía—parece que no se había dado cuenta antes de lo que iba a ocurrir– decidió impugnar la decisión de los jueces de aplicar el criterio del Constitucional de forma automática, como si estuviéramos hablando de un vulgar chorizo. Y la Audiencia Nacional decidió reunirse en Pleno para revisar esa decisión; ahora bien, decidió hacerlo con calma: tras la Semana Santa, el día 25. A saber donde estará para entonces…
Como dije antes, la “carrera” sanguinaria de ambos ha transcurrido de forma paralela. Su excarcelación y las muestras nulas de arrepentimiento por sus crímenes también han demostrado su inequívoca unidad en lo fundamental. La desolación de las víctimas no tiene límite. Cabe preguntarse si desde el año 2008 en que el Constitucional interpretó la ley de forma tan injusta no han tenido tiempo desde el Gobierno y desde las instancias judiciales para evitar, dentro de la ley y buscando ante todo la justicia, esta situación. Lo que si se es que esto es inaguantable; que no es decente ampararnos en que esto es “lo dice la ley”. Esto que está ocurriendo ni es decente ni es normal. ¿Hay alguna ley que permita que los asesinos brinden desde el balcón de su casa por los éxitos de toda una vida de crímenes? ¿Hay alguna ley que prescriba que la justicia no es el objetivo de cada uno de los actos del Estado de Derecho? ¿Hay alguna ley que determine que cuando quepan dos interpretaciones hay que adoptar aquella que más beneficie a los sanguinarios terroristas? ¿Acaso se nos ha olvidado que no hay nada más estúpido, más injusto, más inmoral, que no defender a la democracia de sus enemigos utilizando hasta el límite todos los instrumentos del Estado de Derecho?
Las noticias económicas tampoco nos han dejado demasiados resquicios para la alegría. La semana empezaba con un suspiro porque Portugal parecía no habernos arrastrado al abismo; pero en seguida se torcía la sonrisa aliviada: pronto se volvió a poner en evidencia que nuestra crisis tiene vida propia. Trece organismos independientes corregían a la baja nuestras rebajadas expectativas de crecimientos; el Fondo Monetario Internacional nos avisaba que, sin recortes adicionales en el gasto público y ante el estancamiento de ingresos será imposible cumplir con el objetivo de déficit del 3% para el año 2013; las cifras de insolventes siguen creciendo y las empresas en quiebra dejan más de treinta y un mil afectados; el BBVA anuncia prejubilaciones a los cincuenta y dos años; PC City cierra más de treinta centros en España; Telefónica gastará más de 1.700 millones en despedir a 6.000 empleados mientras lanza un plan de “stock options” que beneficiará a 1900 directivos en el que se gastará más de cuatrocientos cincuenta millones. Y todo ello a pesar de que pagamos los precios más altos de la media europea en telefonía y acceso a Internet.
Y por si la cosa no iba suficientemente mal, el Presidente– ahora que tiene más tiempo libre, exento como está de gobernar y de hacer mítines—se va a China y empieza a patinar. Y va y anuncia inversiones millonarias en las Cajas de Ahorros españolas (nada menos que 9.000 millones), noticia que los gestores del fondo soberano mencionado se apresuran a desmentir oficialmente. El patinazo presidencial tiene consecuencias inmediatas: él hace el ridículo –y pone en ridículo a nuestro país—y vuelve a caer la confianza en nuestro país, lo que dispara una vez más el diferencial de nuestra deuda con el bono alemán. Bueno, eso por hablar de la abundancia de metáforas inapropiadas con las que ha jalonado esa visita.
O sea, un horror de semana. Menos mal que está la Guardia Civil para compensarnos en alguna medida. Porque las únicas buenas noticias nos las han dado ellos, los hombres de verde que detuvieron a los Erreka el pasado martes de madrugada y desmantelaron algunos zulos en los que los hombres de paz del segundo periodo Zapatero almacenaban algunos centenares de explosivos para amargarnos la vida mientras negocian con los expertos socialistas cómo se cuelan en las instituciones. Suerte tenemos que los gobiernos no hayan podido meter mano en el Benemérito Cuerpo y estos escudos nuestros puedan seguir sirviendo a la democracia sin otro objetivo que defenderla de sus enemigos. Pues eso, que menos mal que esta semana, en medio del negro, surgió el verde.
Efectivamente Rosa, menos mal que están los de verde, aunque el azul también hace méritos para estarlo, pero mientras no se le quite la astilla del faisán, caminan un poco cojos...
ResponderEliminarGracias Rosa.
Mi voto para Rosa.