MANUEL MARRACO / Madrid/ El Mundo
Carlos Germán compareció durante cuatro horas para una diligencia que, habitualmente, es un mero trámite. Estaba citado, al igual que los otros cuatro miembros de su equipo -que finalmente comparecerán hoy- para ratificar los informes aportados a la causa. Los ratificó «coma por coma», en expresión de los abogados presentes en la diligencia, lo que no impidió que las defensas de los tres imputados le pidieran multitud de explicaciones.
Las respuestas de Germán a las preguntas del fiscal Carlos Bautista sobre el comportamiento de Elosua encajan con la declaración prestada por el dueño del Faisán el pasado martes. Elosua explicó que desde que terminó la llamada del chivatazo hasta su salida del bar pasaron unos 45 minutos. Cuando el juez Ruz quiso saber qué hizo ese tiempo, afirmó que se dirigió «a la lonja, a la contabilidad», en referencia al despacho donde lleva las cuentas del local y, según la Policía, también de la extorsión etarra. Obviamente, no declaró -ni se le preguntó, porque comparecía como testigo- que fue a la lonja para destruir material comprometedor.
El reciente Informe Final de Conclusiones presentado por Germán hacía una referencia indirecta al material destruido. «Tampoco se hallaron [en la operación de junio de 2006] los esperados y previsibles datos complementarios referidos a listas y claves de extorsión, cartas, sellos de ETA, contabilidad, notas de la transmisión de fondos a los aparatos, e información financiera del aparato de extorsión, vía para lograr el verdadero objetivo final de la investigación». Ese material, según indicaron fuentes de investigación, esperaban encontrarlo en el despacho de Elosua. No hallaron nada.
Al margen de las precisiones reclamadas por el fiscal y el resto de acusaciones (Dignidad y Justicia, AVT y PP), la mayor parte de la comparecencia se centró en responder a las defensas, que mantienen que el chivatazo lo dio el propio equipo investigador, entonces a cargo de la operación Urogallo contra la red de extorsión.
En concreto, apuntaron a una llamada establecida a las 12.26 horas de ese 4 de mayo entre Carlos Germán y un miembro de su equipo llamado Enrique G. Esa comunicación, de casi cinco minutos, se produjo momentos antes de que Elosua saliera del Faisán (lo hizo a las 12.35). Una secuencia que las defensas ven lógica (chivatazo y salida inmediata a Francia a frenar la operación prevista), pero choca con las palabras de Elosua, que sitúa la llamada 10 o 15 minutos después de llegar al bar, lo que se produjo a las 11.09 horas. Además, en el momento del chivatazo alternativo el hijo de Elosua ya había llegado al bar y había encontrado a su padre «nervioso». Es decir, el soplo se había producido, y así se lo contó su padre.
Los investigadores sostienen que el chivatazo se produjo a las 11.23 horas, momento en el que el inspector Ballesteros entregó a Elosua el móvil desde que el jefe superior del País Vasco, Enrique Pamies, le dio el aviso. Todo conforme a lo acordado con el ex director de la Policía Víctor García Hidalgo.
Las defensas hicieron hincapié en que, sospechosamente, uno de los informes de telefonía -otro sí lo hace- no recoge la que consideran la llamada del chivatazo. A este respecto, Germán señaló ayer que eso es asunto de Telefónica, responsable de aportar los datos. Otras supuestas inexactitudes de los informes de llamadas se explicarían, según fuentes presentes en la declaración, con el modo en que éstas quedan reflejadas cuando se hacen en roaming.
Germán mantuvo que ellos sí investigaron las llamadas del equipo que vigilaba el Faisán, y que éstas constan en los informes. Ante las dudas sobre su idoneidad para aclarar el chivatazo, puesto que era uno de los posibles sospechosos, recordó que había sido designado para ello por tres jueces: Grande-Marlaska, Garzón y Ruz.
Los imputados también mencionaron ayer que la investigación no incluyó las llamadas de los repetidores franceses que también cubrían la zona de Irún en la que está el Faisán. Eso supondría que hay una laguna irremediable en las pesquisas -hoy esos datos no se pueden recuperar-, lo que debía operar en favor de los imputados. El comentario de Germán al respecto fue que ellos pidieron a Garzón que reclamara datos de las antenas españolas y francesas. En la causa consta que Garzón sólo reclamó las españolas. El comisario descartó, por razones técnicas, que el teléfono empleado fuera por satélite, lo que no habría dejado rastro en los repetidores.
Vaya fiasco, esto, al final quedará en aguas de borrajas, porque asi lo quiere maquiavelo.
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