Alerta Digital
La fortuna personal del rey de Marruecos Mohamed VI no para de crecer estos últimos años. En julio, la revista Forbes le colocó en la séptima posición en el ranking de los monarcas más ricos del planeta, con una fortuna amasada de 2.500 millones de dólares (alrededor de 1.750 millones de euros). Los negocios de Mohamed VI equivalen al 6% del Producto Interior Bruto de Marruecos cuando en Italia, por ejemplo, el imperio mediático que ha levantado Silvio Berlusconi con Fininvest supone el 0,4% del PIB transalpino. Pero lo más sorprendente del informe de la citada revista es que el rey alauí fue el único monarca que había incrementado los dígitos de su cuenta corriente en plena crisis económica. Concretamente en unos 1.000 millones de euros de un año para otro gracias a la industria del fosfato.
La compañía estatal OCP, dedicada a la producción de este material, y que el año pasado obtuvo un beneficio de 2.800 millones de dólares (1.900 millones de euros), está controlada por la familia real y una parte importante de sus reservas, entre un 10% y un 15%, son extraídas ilegalmente del Sáhara Occidental, de ahí que Forbes le llamase “el rey de la roca”. En la actualidad, el peso económico de las empresas del monarca y su extensa familia condiciona cualquier tipo de liberalización. El holding que gestiona la fortuna real -Siger- controlaba ya en 2003 el 60% de los títulos que cotizan en la Bolsa de Casablanca, según desveló Le Journal, otro semanario que ha arrojado algo de luz sobre los opacos negocios reales.
Además, el principal grupo privado del Reino -Omniun Nord Africain (ONA)- sigue estando ligado a Mohamed VI en más de un 60% gracias al trabajo de Mounir Majidi, otro amigo personal del monarca. “Desde Fuad Filali, antiguo todopoderoso patrón de ONA, ningún marroquí había concentrado tanto poder económico como Mounir Majidi”, hacía hincapié la revista ‘Tel Quel’.
“Al año de su llegada al poder ya se sentía la frustración entre los marroquíes. El modelo no ha cambiado ni hay visos de cambiarlo”, explica Bernabé López , profesor de Historia del Islam Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid y experto en temas del Magreb. En el subconsciente de todos está el artículo 19 de la Constitución marroquí, una espada de Damocles para la democracia alauí, ya que confiere al monarca un poder cuasi ilimitado en el que el Parlamento es un “mero comparsa” de las directrices que emanan de palacio. Los ministros clave dentro del país -Interior, Justicia, Exteriores y Asuntos Islámicos- son de designación real y sólo responden de sus actos ante el monarca, independientemente del signo político que tenga el gobierno de turno.
Pues nada, ya saben los vecinos del norte lo que hay. El tirano más rico cada día y ellos, más pobres y más miseria en las ciudades.
ResponderEliminarY encima el pueblo marroquí, no lo quiere tocar, pues se ha blindado con eso de que es descendiente del profeta y se autodenomina Comendador de los Creyentes. Que no es bobo.
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