lunes, 20 de diciembre de 2010

Garzón pidió a Marlaska que abortara la redada del Faisán


FERNANDO LÁZARO / Madrid/ El Mundo

Pese al secreto sumarial, llamó desde Nueva York la víspera y trató de convencerle de que no detuviese al etarra Elosua

En aquellas fechas, el juez Garzón -hoy suspendido de sus funciones- estaba en Nueva York dando los polémicos cursos en la universidad. Su puesto como titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional estaba ocupado entonces por Grande-Marlaska.

La sorpresa por la llamada fue enorme. Y más cuando el interés del comunicante se centraba en un sumario declarado secreto y cuya fase operativa estaba a punto de abrirse.

Según las mismas fuentes, el motivo de la llamada de Garzón a Grande-Marlaska era tratar de disuadirle para que no llevara a cabo la operación contra el entramado presuntamente dirigido por Joseba Elosua. De hecho, que el bar Faisán de Irún era centro neurálgico para el pago de la extorsión etarra a los empresarios vascos no era novedad para el propio Garzón, que ya abrió diligencias sobre este causa, que, pese al paso de los años, no se culminaban.

Pero Grande-Marlaska decidió darles el impulso necesario para llevar a cabo la investigación. Y la llamada de Garzón la recibió, precisamente, cuando daba los últimos retoques a la coordinación con la juez antiterrorista francesa Laurence Le Vert, que también iba a participar en la operación.

Conviene recordar que esta actuación policial y judicial se iba a producir cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero mantenía una mesa de negociación con ETA en el llamado proceso de paz. De hecho, la operación, frustrada por el chivatazo policial a Elosua, se iba a producir justo el día en el que el entonces máximo responsable del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, iba a trasladar a Zapatero su apoyo a este proceso. Ambos dirigentes se reunieron en La Moncloa.

Zapatero embustero

La operación resultó frustrada en España por el chivatazo que desde el seno de la Policía se le dio a Elosua. Y también fracasó en Francia porque Le Vert decidió no actuar tal y como había acordado previamente con Grande-Marlaska.

El sumario está pendiente de recibir los últimos informes de la magistrada gala en los que se explicarían las razones por las que no llevó a cabo la actuación pactada con España.

La llamada de Garzón sorprendió a Grande-Marlaska, que, pese a todo, mantuvo su intención de seguir adelante contra toda la trama del impuesto revolucionario de ETA que giraba alrededor del Faisán. De hecho, acordó ponerla en marcha y detener a Elosua y a sus cómplices cuando éstos cruzaran la frontera. En ese momento, los investigadores entendían que Elosua iba a desplazarse a Francia con el dinero de la extorsión.

Sí sorprendió a los implicados en la investigación el hecho de que Garzón conociera de antemano una operación de tal calado pese a encontrarse en Nueva York y alejado de la instrucción. Algunos entendieron que alguien había llamado al juez para que fuera él quien intentara convencer a su compañero de que no concretara la actuación. En otras palabras: que era un mensajero.

El camino que ha seguido Grande-Marlaska no ha sido precisamente fácil. Ya cuando se destapó el chivatazo entendió que mandos de la Comisaría General de Información habían incurrido en un retraso de más de dos días a la hora de notificárselo y se dio cuenta de que se pudo frustrar una actuación inmediata.

Posteriormente, cuando ya dejó clara su intención de desenmascarar a los autores de la delación, le llegaron cantos de sirena para que dejara el sumario e, incluso, la Audiencia Nacional.

En concreto, como ya adelantó EL MUNDO, a Grande-Marlaska le ofrecieron convertirse en juez de enlace con Londres, uno de los puestos más apetecibles en la administración judicial. Pero, de nuevo, el instructor de la causa del chivatazo y entonces titular accidental del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional decidió no atender a estas ofertas de doble filo.

Finalmente, fue el juez Garzón quien retornó a la Audiencia Nacional, incluso antes de lo previsto, con el fin de pilotar las pesquisas del chivatazo y apartar a Grande-Marlaska. También dejó fuera del caso, inmediatamente, a la Guardia Civil.

El juez Baltasar Garzón trató de presionar a su compañero de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska para evitar que actuara contra el dueño del bar Faisán, Joseba Elosua, y la trama de extorsión de ETA.

El 3 de mayo de 2006, cuando Grande-Marlaska estaba en su despacho ultimando con varios mandos policiales el dispositivo que tenían previsto poner en marcha para el día siguiente, en el que se preveía desmantelar toda la estructura de extorsión etarra, recibió una llamada desde EEUU. Era Garzón, que por entonces se encontraba en Nueva York, según explicaron a este periódico fuentes cercanas a la propia conversación.

Marlaska no atendió a las presiones de su compañero y mantuvo sus planes de actuar contra el entramado de extorsión etarra. Sigue en página 4

1 comentario:

  1. Vaya tela con el juez estrella, la ambición les puede, y se merece el castigo por su mal hacer, porque la justicia es igual para todos o no??, más bien yo creo que no.

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