ROSA MENESES / Madrid
«Me golpearon hasta que mis ojos se inflaron, me dieron por todo el cuerpo. Me duelen las rodillas, el pecho, no puedo respirar y eso me impide dormir, casi no puedo abrir la boca después de un golpe detrás de la cabeza...», cuenta desde el otro lado del invisible hilo telefónico. «Me pegaban hasta que caía al suelo. Entonces me obligaban a abrir la boca y me orinaban encima», continúa. «Conmigo, en la Gendarmería, había otras 72 personas. Había menores, mayores (incluso ancianos enfermos, con problemas de azúcar), gente que se había vuelto loca. Los torturaron a todos», prosigue.
Los gendarmes marroquíes lo acusaban de ayudar a los manifestantes acampados en Gdeim Izik -el campamento de protesta cercano a El Aaiún- y de llevarles armas. «Ellos escriben tu confesión y te obligan a poner tu huella dactilar», señala. Durante su detención, su padre (también español) pidió ayuda al consulado español de Rabat y de Agadir, asistido desde España por la Fundación Sáhara Occidental, pero nadie le socorrió. «Me llevaron ante un tribunal. Yo pedí poner una denuncia por las torturas que había sufrido, pero no me lo permitieron. Luego me soltaron», explica.
Lecuara se encontraba en Gdeim Izik la mañana en que las fuerzas de seguridad marroquíes desmantelaron por la fuerza el campamento. «Fui a ver a mi familia justo la noche anterior. Mis padres, mi mujer (embarazada de seis meses) y mi hijo viven en El Aaiún. Al llegar de Las Palmas, me dijeron que todos estaban en el campamento, así que fui a verles el domingo por la noche. A la mañana siguiente entraron las fuerzas marroquíes. Me cogieron, me ataron las manos a la espalda con mariposas de plástico y me golpearon. También pegaron a mi madre, que salió a defenderme y a tratar de que me soltaran», explica.
Dice que no se atreve a ir al médico para que le curen sus heridas: «Tengo miedo porque hay gente que ha vuelto peor. Allí también te pegan, los propios médicos y enfermeros o los soldados marroquíes heridos que estén allí. Incluso te detienen otra vez», se lamenta en un perfecto español.
«Todo el mundo tiene miedo. Cuando se hace de noche, entran en las casas. La madrugada del lunes se llevaron a una señora y a sus dos hijas. Hemos cambiado la cerradura de nuestra casa, pero ¿quién nos va a proteger?», se pregunta haciendo patente la indefensión de la población saharaui.
Las autoridades españolas sólo le han llamado para saber cómo se encuentra y dejarle -irónicamente- un número de emergencia. Pero él quiere que lo acompañen a ver un médico y que le proporcionen una salida segura del Sáhara Occidental. Un funcionario español en El Aaiún se interesó por su estado ayer, aunque cuando pidió que le custodiaran para ser reconocido por un médico, le aseguraron que no le podían llevar. «Me encuentro muy mal; sólo tengo remedios tradicionales para paliar el dolor: grasa de cabra, cremas...», cuenta Lecuara, que normalmente se dedica a la compra-venta de vehículos.
El caso de este hispanosaharaui es uno de los que ha documentado Human Rights Watch (HRW) sobre el terreno. Peter Bouckaert, director de Emergencias de esta organización internacional, pudo entrevistarle en El Aaiún y comprobar los abusos a los que ha sido sometido bajo custodia de las fuerzas policiales marroquíes.
«Todas las personas que han sido detenidas han sido gravemente golpeadas, todas ellas presentan los ojos morados, huesos rotos, signos de serios abusos. Hay casos de personas que han sido golpeadas hasta caer inconscientes incluso en tres ocasiones», asegura Bouckaert a este diario.
El relator de HRW cita también el caso de ocho saharauis que fueron brutalmente torturados por las fuerzas de seguridad en su propia casa. «A uno de ellos le dispararon en la pierna», afirma. La organización, con base en Nueva York, ha pedido al Consejo de Seguridad de la ONU que fortalezca el mandato de la Misión de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental (Minurso) para que haga seguimiento de la situación de los derechos humanos en el territorio, ocupado por Marruecos desde 1975.
Según HRW, Marruecos no ha iniciado ninguna investigación oficial sobre lo ocurrido durante los enfrentamientos a raíz del desmantelamiento de Gdeim Izik, donde unos 20.000 saharauis se concentraron durante un mes para reclamar mejoras sociales.
Sobre el terreno sí se han desplegado dos organizaciones no gubernamentales marroquíes: la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y la Organización Marroquí de Derechos Humanos (OMDH). La primera está recopilando datos trabajando codo con codo con las asociaciones de derechos humanos saharauis. La segunda se centra en las víctimas marroquíes y no se ha reunido con ninguna persona de origen saharaui. El único organismo independiente sobre el terreno es HRW.
El intento de los propios saharauis de hacer un balance estructurado de lo ocurrido desde el pasado 8 de noviembre ha caído en saco roto. Cuando habían recopilado en pocas horas documentación sobre 300 personas que podrían estar desaparecidas según sus familias, las fuerzas de seguridad de Rabat les confiscaron todo el dossier, informa desde El Aaiún Alfredo Mínguez.
Varios jóvenes saharauis habían comenzado, en la tarde del lunes, a distribuir fichas entre las familias para tratar de dilucidar el número de desaparecidos y detenidos. Ahora, los documentos obran en poder de las autoridades marroquíes.
Mientras tanto, la capital del Sáhara Occidental continúa sitiada. La presencia de tropas marroquíes aún es importante y se mantiene el estado de alerta. Los registros de casas y detenciones prosiguen. Los activistas Isabel Terraza y Antonio Velázquez podrán abandonar hoy la ciudad, tras las gestiones de Exteriores con Marruecos para garantizarles una salida segura.
Que poca vergüenza, el gobierno español haciendo novillos ante estos hechos. Que le queda a un ciudadano español cuando pide ayuda a su consulado y no le hacen ni puto caso, pues le queda el odio hacia ese gobierno.
ResponderEliminarNo nos merecemos un gopbierno que nos mienta (palabras dichas por rubalcaba).