6 de Noviembre de 2010 - 11:04:15 - Luis del Pino
Entrevista a Pilar Díaz, víctima del terrorismo:
"La rebelión cívica me hizo sentir menos huérfana"
Un nuevo artículo de Gabriel Moris:
Editorial del programa Sin Complejos del domingo 6/11/2010
Como ya saben ustedes, el pasado martes se celebraron elecciones legislativas en Estados Unidos y el resultado de esas elecciones ha sido que la presidencia de Obama ha quedado vacía de contenido.
Los republicanos han obtenido una apabullante mayoría en el Congreso, la mayor desde hace cuarenta años. En el Senado no han podido conseguir la mayoría porque sólo se renovaba un tercio de los puestos, pero de los 37 escaños de senador que había en juego, los republicanos se han llevado 24, es decir, dos de cada tres.
Buena parte de la responsabilidad de ese histórico triunfo republicano - o, si lo prefieren, de esa histórica derrota de Obama - se debe al surgimiento de un movimiento ciudadano, el Tea Party, que, harto de la blandenguería de muchos candidatos republicanos, consiguió imponer sus propios candidatos sobre los del establishment del partido en 129 de los 435 distritos electorales.
Cuando el Tea Party logró ese triunfo en las elecciones primarias de los republicanos, el aparato del partido puso el grito en el cielo, diciendo que la radicalización del mensaje electoral iba a ser contraproducente, porque movilizaría al electorado de izquierdas e impediría ganar a los candidatos demócratas.
Sin embargo, ha sucedido justo lo contrario. Porque de los 60 escaños que los republicanos les han arrebatado a los demócratas, 30 los han conseguido precisamente los candidatos del Tea Party. Es decir, que aunque a estas elecciones concurrían muchos menos candidatos del Tea Party que del establishment republicano, la mitad de las ganancias se deben al Tea Party.
Y, según se ha podido comprobar mediante las encuestas a pie de urna, el Tea Party ha conseguido desbancar a los demócratas en 30 distritos electorales gracias a que ha movilizado a varios millones de ciudadanos americanos que antes optaban por la abstención, al no sentirse representados por un partido republicano cada vez menos liberal y cada vez menos conservador.
Es decir, el mensaje enérgico no sólo no ha ahuyentado a los electores republicanos, sino que ha permitido obtener un triunfo histórico.
Aquí, en España, el Centro de Investigaciones Sociológicas difundió ayer su barómetro electoral de octubre. Y la verdad es que el análisis de los datos no puede ser más desolador.
El Partido Popular, según las estimaciones de voto del CIS, se encuentra a 8 puntos de distancia del PSOE. Teniendo en cuenta que justo antes de las elecciones de 1996 el PP estaba a más de 10 puntos del PSOE y luego ganó por la mínima, eso querría decir que si mañana se celebraran elecciones, estaríamos en riesgo de que el PSOE le diera la vuelta a las encuestas durante la campaña electoral. O, si el partido popular ganara, estaríamos en riesgo de que esa victoria se produjera por mayoría simple, lo que le obligaría a echarse en brazos de los nacionalistas para poder gobernar.
¿Cómo es posible que después de llevar al país a la mayor crisis de su Historia, después de destrozar la Constitución, después de negociar con una banda terrorista, después de pervertir todas las instituciones, el PSOE continúe a tiro de piedra del PP?
Pues la respuesta la tenemos en la propia encuesta del CIS. En los últimos seis años, el número de personas que tienen una opinión buena o muy buena de Gobierno ha pasado del 52% al 8%. En circunstancias normales eso hubiera debido conducir a que la valoración del principal partido de la Oposición subiera correspondientemente, ¿verdad? Pues sucede todo lo contrario: en ese mismo período de tiempo, el número de personas que tienen una opinión buena o muy buena de la Oposición ha caído del 28% al 9%.
El número de personas que tienen una opinión mala o muy mala del Gobierno ha pasado del 6% en abril de 2004 al 58% en octubre de 2010. Pero es que el número de personas que tienen una opinión mala o muy mala de la Oposición ha subido, en ese mismo periodo, del 21% al 56%.
Es decir, que mientras que la valoración del Gobierno se hunde, la de Rajoy se hunde también. La estrategia de inacción de Rajoy, lejos de ayudar a captar una masa de nuevos electores, lo único que hace es ahuyentar a los que ya tiene.
En esa propia encuesta del CIS se recoge, finalmente, otro dato sobrecogedor. El número de personas que declaran que se van a abstener o van a votar en blanco estaba situado históricamente en torno al 10%. Era casi una constante estadística. Pues bien, en los últimos dos años ha ido creciendo de forma lenta y constante, hasta representar, actualmente, más de un 22% de los españoles. Uno de cada cuatro españoles le ha vuelto la espalda a las urnas, porque ya no tiene a quien votar. De hecho, el voto en blanco es, actualmente, el tercer partido político en intención directa de voto.
¿A dónde nos lleva eso? Pues no lo sé. Si estuviéramos en Estados Unidos y hubiera auténticos mecanismos de participación ciudadana, eso nos conduciría a que la presión de los electores forzaría al PP a adoptar un discurso más firme.
Pero aquí, en España, el sistema político es tan cerrado que no se vislumbra ninguna manera de recuperar para las urnas a esa masa de varios millones de personas absolutamente desencantadas con una clase política que sigue viviendo en su mundo de pinipón, mientras a los españoles nos devoran los problemas derivados de una crisis económica e institucional que parece no tener fin.
En España nos meten el cuchillo, y aún le hacemos sitio. Somos así, acostumbrados a toda esta plaga de embusteros, y presuntos chorizos que se llevan el dinero del contribuyente sin el más atisbo de vergüenza.
ResponderEliminar