martes, 5 de octubre de 2010

El sistema Corleone


4 de Octubre de 2010 - 10:05:58 - Luis del Pino

Editorial del programa Sin Complejos del domingo 3 de octubre de 2010

En una escena de la segunda parte de la película El Padrino, Michael Corleone, el jefe de la familia mafiosa, quiere introducirse en el mundo del juego.

Para ello, pide ayuda a un senador americano, Pat Geary, a quien le solicita que le consiga una licencia para establecer un casino en Las Vegas.

El senador, que no puede ocultar su prepotencia y su desprecio hacia Corleone, le pide una mordida de 250.000 dólares, acompañando la petición de una sarta de comentarios racistas acerca de los italianos.

Ante aquella afrenta, el padrino Corleone, sin perder la compostura, decide aplazar su desembarco en el mundo de los casinos y le contesta al senador, más o menos, que "arriericos semos" y que ya tendrían ocasión de encontrarse de nuevo en el camino.

Y efectivamente, varios meses después, el senador Geary mata accidentalmente a una prostituta durante una orgía de sexo duro y drogas. Los hombres de Corleone, avisados por la madame, se presentan con rapidez en el burdel, donde encuentran al senador ensangrentado y en estado de shock, al lado del cadáver de la pobre chica.

Y el comportamiento de la familia Corleone ante aquella escena dantesca resulta bastante sorprendente para el espectador que ve la película por vez primera: en lugar de aprovechar el traspiés criminal del senador para destruir a esa persona que había negado sus favores al Padrino y que tan gravemente le había insultado, lo que hacen los Corleone es... tapar el crimen.

Dirigiéndose al senador con voz amable, el abogado de los mafiosos le dice que no se preocupe de nada. "La chica no tiene familia", dice el abogado. "Nadie la conoce, ni la echará de menos. Nosotros nos encargamos de todo".

Les invito a ustedes a que reflexionen sobre esa escena. El crimen cometido por el senador proporcionaba a Michael Corleone la posibilidad de vengarse. Sin embargo, ¿qué hubiera ganado el Padrino con esa venganza, más allá de una mera satisfacción personal? En lugar de permitir que los sentimientos se antepongan a la consecución de sus objetivos, lo que Corleone hace es analizar el episodio como una oportunidad de negocio y actuar en consecuencia: ¿para qué destruir a tu enemigo, pudiendo convertirle en tu esclavo?

Porque a partir de aquel momento, ese senador que tan altivo se había mostrado anteriormente queda, por supuesto, en manos de la familia Corleone y se convierte en su más fiel servidor. En un servidor de fidelidad a toda prueba, porque la ocultación del crimen hace que Corleone tenga la vida del senador completamente en sus manos.

La semana pasada comentábamos la noticia publicada por El Mundo acerca de los intentos del ministro Rubalcaba por centralizar las investigaciones policiales que afecten a cualquier ciudadano "relevante". El encargado de centralizar esa información será el Comisario General de Policía Judicial, Juan Antonio González, que ya cobrara fama hace unos meses por ser uno de los participantes en la famosa cacería de Garzón y Bermejo que dio, supuestamente, el pistoletazo de salida para la Operación Gürtel.

Esa centralización de las investigaciones policiales que pretende Rubalcaba constituye un auténtico escándalo, puesto que implica otorgar un trato diferenciado a los casos, en virtud de que afecten o no a personas "relevantes". Pero además alienta las sospechas de que lo que se pretende es hacer un uso político de los datos recabados en esas investigaciones o interferir con las mismas de acuerdo con la conveniencia política.

Esa centralización se une, además, a las facultades prácticamente ilimitadas de espionaje que los cuatro sistemas SITEL existentes en España otorgan a nuestros servicios de información.

Los analistas políticos ya han comentado hasta la saciedad que el control de las comunicaciones telefónicas y la centralización de determinadas investigaciones policiales permitirían, por ejemplo, destapar ciertos escándalos en vísperas electorales, para influir en el voto. El propio Rajoy declaraba hace unos días que cabe prever que la campaña electoral en Valencia sea un auténtico infierno para Camps, debido a la filtración de datos del sumario de la Gürtel.

Pero, en realidad, esa utilización electoral de los sumarios judiciales es el menor de los peligros posibles. Existe otro riesgo mucho más grave, que es precisamente que los casos de corrupción detectados NO se destapen.

Imaginen, por ejemplo, que el Gobierno - el de Rodríguez Zapatero o cualquier otro - recabara datos sobre algún caso especialmente siniestro de corrupción o sobre alguna actividad delictiva especialmente repugnante de un miembro relevante del partido de la oposición.

En esas circunstancias, ¿qué es lo que más le convendría al Gobierno? ¿Hacer público el escándalo, para destruir a su adversario?

Es una posibilidad. Pero existe otra posibilidad mucho más atractiva, que consiste, precisamente, en NO hacer público el escándalo y aprovechar la jugada para tener a tu enemigo perpetuamente sometido a tu control, como la familia Corleone hace con el senador Pat Geary en la película.

Permítanme que les haga una pregunta: ¿cuántos senadores Pat Geary existen ya hoy en puestos clave de la política, de la judicatura o de los medios de comunicación en España? ¿Cuántos existirán mañana si ponemos en manos del Gobierno, de cualquier gobierno, las herramientas con las que poder chantajear a personajes relevantes de la vida pública?

El mayor peligro del estado policial que se está construyendo no es la posibilidad de que se utilice la información para influir en los procesos electorales: el mayor peligro es que estamos sentando las bases para convertir la democracia en un espectáculo de guiñol, donde el que más marionetas maneje será aquél que más dosieres acumule en los cajones de su mesa.

1 comentario:

  1. Estos sociatas que no lo son, simepre han echo lo mismo. Aunque sea el gobierno que sea, lo harán igual o de otra manera, pero les gusta tener la sartén por el mango, y eso puede desembocar en otras cosas...

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