lunes, 11 de octubre de 2010

Abucheos al ministro en el Día de la Guardia Civil






El caso es que se lo merece, ya que tiene todas las papeletas del sorteo.

P. SIMÓN / Madrid

El público silbó a Rubalcaba a su llegada a Valdemoro y en el discurso, en un acto en el que entregó nuevas medallas a jueces

Fue silbado a su llegada al desfile. Fue silbado en su discurso. Y ni el rictus serio ni el silencio reprobatorio del ministro lograron acallar los abucheos del respetable.

No fue una jornada plácida la de Rubalcaba ayer en Madrid. Acudía el ministro del Interior con su discurso bajo el brazo a Valdemoro, con motivo del Día de la Guardia Civil. Delante de él había 600 efectivos acharolados en perfecta formación, y más atrás murmuraban unas familias con ganas de romper filas.

Cuando Rubalcaba dijo aquello de «hemos mejorado también las condiciones de trabajo de los guardias civiles», la yesca del cabreo empezó a prender. El ministro tuvo que interrumpir su discurso por pitos, justo en el instante en que recordaba el «aumento» en el número de guardias entre 2004 y 2010 (de 68.923 a 84.316 en ese periodo). Por entonces había un run run de manifestante cabreado y sonaba ya un himno tonante de silbidos.

Pasado el susto, Rubalcaba no se salió del guión. El ministro del Interior apostó por una «necesaria modernización» de la Guardia Civil con el objetivo de adaptarse «a la sociedad cambiante y a los nuevos desafíos», y quiso destacar el papel del Instituto Armado durante toda su historia en «su misión por servir al país», una forma de trabajo que, según él, «hay que preservar para estar todos seguros y protegidos». Resaltó la «reconocida labor» del cuerpo, sin el cual, dijo, «no pueden existir políticas de seguridad exitosas» y cuya actividad es «admirada» por los españoles, que «son conocedores de los peligros que los agentes asumen».

El ministro se recompuso pues. Hizo especial mención a la actuación de la Guardia Civil en la lucha antiterrorista e indicó que el reconocimiento a su labor «sale de nuestras fronteras» por sus acciones tanto en España como en Francia.

Junto al ministro del Interior, presidieron el acto el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho; la delegada del Gobierno, Amparo Valcarce; el consejero de Interior madrileño y ex alcalde de Valdemoro, Francisco Granado, y el director general de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Velázquez López.

No quiso hacer leña de los silbidos caídos Francisco Granados, quien se limitó a felicitar a la Guardia Civil en nombre de la Comunidad de Madrid por «su servicio extraordinario en beneficio de la seguridad y la libertad de todos los ciudadanos».

«Los silbidos han sido anecdóticos», dijo Granados. «Un hecho así no puede empañar un día de fiesta como el de hoy [por ayer]», afirmó.

En el desfile participaron casi 600 efectivos de 13 unidades. Entre las más aplaudidas, el escuadrón de caballería, el servicio de Desactivación de Artefactos Explosivos o el servicio aéreo, representados por cinco helicópteros.

Además de la parada militar y el desfile, durante el acto se otorgaron 62 condecoraciones, entre ellas, las de la Cruz con distintivo rojo que recibió el agente encargado de la operación que supuso la detención en Cauterets (Francia) del que fue número uno de ETA Garikoitz Azpiazu, Txeroki, en noviembre de 2008.

Otros dos agentes que intervinieron en un rescate en un edificio en llamas también fueron galardonados con este distintivo, como lo fueron con la Cruz de plata (que no conlleva remuneración) un agente francés que resultó herido en un enfrentamiento con ETA y los magistrados Adolfo Prego, del Supremo, y Angela Murillo y Fernando Grande-Marlaska, de la Audiencia Nacional, informa Efe.

Rubalcaba tiró de unas palabras del escritor Lorenzo Silva. Sonaron así: «Que unos individuos tan distintos en circunstancias tan dispares obren con arreglo a un carácter común tan marcado y tan identificable no puede ser fruto del azar». Debió ser cosa del viento en Valdemoro. Por entonces ya nadie silbaba.

1 comentario:

  1. Pues eso, que se lo merece, el que con fuego juega, ya se sabe...
    No nos merecemos un gobierno que nos mienta (palabras dichas por rubalcaba).

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