El ex presidente acude a la frontera para apoyar a la Policía y denunciar la «dejadez» que sufre la ciudad. El ministro de Fomento lanza un virulento ataque y le acusa de «desleal»
MADRID- Once de la mañana de ayer. El ex presidente del Gobierno, acompañado por su hijo Alonso aterriza en vuelo regular en Melilla. Poco después llega a su primer destino: la convulsa frontera de Beni-Enzar. El objetivo: mostrar su apoyo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado ante la campaña de acoso que están sufriendo por parte de los activistas marroquíes. Un apretón de manos con un mando de la Guardia Civil inmortalizaba ese sentimiento de solidaridad con los agentes. Acabada la visita al paso fronterizo, José María Aznar desayunaba de manera informal con el presidente de Melilla, Juan José Imbroda, también líder del PP regional, al tiempo que recibía el calor popular de los melillenses.
El presidente de FAES fue directo en cuanto a la situación que atraviesa la ciudad autónoma. «Vive entre el acoso y la dejadez» por el conflicto fronterizo que mantiene con Marruecos y la falta de presencia de miembros del Gobierno de la nación, sentenció. Y es que el único del Gabinete de Zapatero que ha anunciado su intención de acudir a Melilla hasta la fecha ha sido el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que llegará el próximo lunes para reunirse con su homólogo marroquí una vez allanado el camino en la frontera.
En opinión del ex presidente del Gobierno desde el «Salón Dorado» del Palacio de la Asamblea, estas críticas del Ministerio de Asuntos Exteriores alauí y de organizaciones civiles marroquíes «no se entienden desde una política de buena vecindad», informa Ep.
«Melilla es una ciudad que no debería vivir en un paréntesis entre el acoso y la dejadez. Hoy estoy aquí para transmitiros que el apoyo, el ánimo y la cabeza de la inmensa mayoría de los españoles están con Melilla y los melillenses». El que fuera presidente del Gobierno desde 1996 a 2004 añadió que «ese sentimiento de compañía es ahora, en presente, y también en futuro». «Mi presencia aquí es un modesto y humilde gesto de apoyo», dijo Aznar mientras decenas de personas, la mayoría funcionarios autonómicos, empezaron a aplaudir.
«También quiero expresar una gran esperanza en el futuro de Melilla. Si se deja –añadió– la política de acoso y dejadez y se hace una política seria y decidida, Melilla tendrá un futuro muy provechoso». Además recordó que en su etapa como presidente del Gobierno «en todos los Consejos de Ministros se hablaba de Melilla», hasta el punto de que, con las realizaciones y proyectos que se ejecutaron, la ciudad «aumentó un 8 por ciento su Producto Interior Bruto (PIB) por encima de la media nacional» .
Tras este tirón de orejas al Gobierno, el ex jefe del Ejecutivo quiso retomar la situación del paso fronterizo: «He visitado los distintos puestos fronterizos, he recibido información directa del presidente de Melilla y de sus ciudadanos, y cualquier gesto para fortalecer la solidez a los que cuidan de la seguridad y el paso de personas por la frontera siempre merecerá la pena». Por ello, insistió en «respaldar a todos aquellos que pasan malos momentos y son duramente criticados, algo que no se entiende desde una política de buena vecindad» entre España y Marruecos.
En cualquier caso, indicó que «yo no he venido aquí a criticar a nadie, siento defraudar a aquellos que lo esperan, yo he venido para decir que hacen falta políticas serias y decididas que cuando se aplican bien, dan resultados».
A sabiendas de que su visita a Melilla sería cuestionada por el PSOE, el presidente de FAES apuntó que siempre que el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda, le invite a visitar la ciudad como hizo ayer, «en especial en momentos complicados y también cuando no lo son, siempre me tendrán aquí».
Y desde luego eso es lo que no quieren ni en pintura desde el Ejecutivo. Y quedó más que patente en las declaraciones que con posterioridad realizó el ministro de Fomento, José Blanco, quien lanzó un virulento ataque. Así, aseguró que el problema se va a arreglar «de forma inmediata» a pesar del PP, de Rajoy, de González Pons y de «el que faltaba», expresión con la que se refirió al ex presidente del Gobierno. Blanco afirmó que no conoce a ningún presidente de un gobierno democrático que haya hecho lo que Aznar sin consultar con el Ejecutivo, por lo que tildó su visita de «deslealtad al Gobierno de España» y a la propia España.
El ministro de Fomento se mostró sorprendido de que el ahora presidente de FAES visite Melilla, «cuando su presencia, y él lo sabe, no ayuda», y, sobre todo, después de que no lo hiciera como jefe del Ejecutivo, explicó.
Por su parte, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, defendió la labor del Ejecutivo que, sostuvo, «actúa desde el primer día con serenidad, solvencia y cautela» para solucionar los incidentes fronterizos, y añadió en referencia a la visita de José María Aznar que «cualquier interferencia no ayuda» a resolver el problema, por lo que abogó «por dejar actuar» al Ejecutivo español.
Tampoco se olvidó Aznar de felicitar a los musulmanes españoles que siguen este mes el ayuno de Ramadán, señalando para concluir que con el apoyo de la inmensa mayoría de españoles «siempre venceremos las dificultades».
Rajoy sabía que iba a ir
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aseguró ayer que Mariano Rajoy estaba informado de la visita de Aznar a Melilla ya que el ex presidente del Gobierno se lo comunicó al líder del PP previamente. Los populares insistieron ayer en que la presencia de Aznar en Melilla responde a su preocupación como jefe del Ejecutivo y ciudadano español, lo que le permite trasladarse libremente por cualquier parte del territorio. «Criticar la visita es no saber dónde empieza y termina España». «Lo importante no es quien ha ido, sino quien no ha ido» dijo Cospedal tras afirmar que el PP apoya la «visita privada» de Aznar, informa C. S. Macías.
Bien por Aznar, a hecho lo que debió hacer Zapatero, pero no tiene bemoles de hacerlo.
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