domingo, 7 de marzo de 2010
Vientos de negociación
Hace exactamente una semana, el periódico El Mundo informaba de que el entorno proetarra habría hecho llegar al Gobierno un mensaje en el sentido de que estaría dispuesto a "repudiar" el siguiente atentado de ETA. ¿Qué palabra tan medidita, verdad? El entorno proetarra no estaría dispuesto a condenar el siguiente atentado, pero sí a "repudiarlo". Y, por supuesto, lo que se repudiaría sería el "siguiente atentado", lo cual supongo que significa que dan por buenos los mil asesinatos anteriores.
Tres días más tarde, el ayuntamiento de San Sebastián, dirigido por el socialista Odón Elorza, respondía a ese gesto con una declaración en la que se pedía "que se apliquen sistemáticamente medidas de prevención de la tortura y los malos tratos", prestando así un respaldo institucional a las denuncias sistemáticas de torturas que los proetarras presentan tras cualquier detención.
Odón Elorza y el resto de concejales socialistas de San Sebastián están diciendo, ni más ni menos, que en España se tortura y se maltrata a los detenidos. Si no, no habría necesidad de prevenir las torturas ni los malos tratos. Y el Gobierno de Zapatero, hasta la fecha, no ha tomado ninguna medida para expulsar de sus filas a los miembros del Partido Socialista de Euskadi que votaron, junto con los nacionalistas, a favor de esa declaración, por lo que debemos suponer que, o Zapatero respalda esa declaración, o no considera suficientemente grave que se acuse a nuestras Fuerzas de Seguridad y al Ministerio de Interior de no impedir las torturas.
Ayer viernes, en una entrevista televisiva, el ministro Rubalcaba se descolgaba con unas sorprendentes declaraciones que no han tenido, curiosamente, demasiado eco en los medios de comunicación, pero que tal vez arrojen algo de luz sobre estos dos gestos cruzados del entorno proetarra y del ayuntamiento de San Sebastián.
Preguntado en "Los desayunos de TVE", Rubalcaba afirmó que "aún queda margen para que la Policía arrincone completamente a los violentos", para a continuación añadir: "Después de que la violencia acabe, serán los vascos y el resto de los españoles los que decidamos lo que hacemos".
Observen lo bien elegidas que están las palabras de don Alfredo. La labor de la Policía, según el ministro, no es detener a terroristas, sino (¡Fíjense qué eufemismo!) "arrinconar a los violentos". Rubalcaba no habla ni siquiera de acabar con los violentos, de terminar con ellos, de erradicarlos... Nada de eso. Rubalcaba se conforma con "arrinconarlos".
Y, por si no había quedado claro el matiz semántico, sigue Rubalcaba hablando de lo que sucederá "después de que la violencia acabe". O sea, no de lo que sucederá después que la Policía acabe con ETA, o después de que todos los terroristas acaben en la cárcel, sino "después de que la violencia acabe". Por supuesto, ese sutil matiz implica que Rubalcaba está admitiendo como posibilidad que la violencia podría acabar sin necesidad de que ETA desaparezca, ni sea derrotada policial y judicialmente.
Si contemplamos conjuntamente ambos matices, lo que Rubacaba está diciendo es que la Policía podría arrinconar a ETA, pero sin terminar con ella, y que ETA podría hacer que la violencia acabe, pero sin que la propia banda desaparezca.
¿Y qué es lo que sucedería cuando "la violencia acabe"? Pues que, según Rubalcaba, "serán los vascos y el resto de los españoles los que decidamos lo que hacemos".
Aquí está la madre del cordero. Si tomamos esta frase aisladamente, resulta del todo incomprensible. Una vez que "la violencia acabe", ¿qué necesidad habría de que los vascos o el resto de los españoles decidamos nada? Resuelto el problema del terrorismo, no veo yo qué es lo que habría que decidir.
Pero si ponemos esta frase en el contexto de los peculiares matices semánticos introducidos por Rubalcaba, la cosa cambia. Porque no hace falta ser muy mal pensado para interpretar la intervención de Rubalcaba como una oferta implícita de negociación: "estamos dispuestos a negociar políticamente con vosotros, a cambio de un abandono de la violencia".
Nos encontramos por tanto, con toda probabilidad, ante un nuevo intento de oficializar la segunda fase de negociaciones entre ETA y el Gobierno. Me da la sensación de que acabamos de entrar en esa etapa de la negociación que consiste en intercambiar mensajes públicos, como forma de dejar constancia de que ambas partes aceptan los términos del acuerdo.
Lo venimos avisando desde hace dos años: el Gobierno volvería, antes o después, a oficializar unas negociaciones que sólo la presión de la calle le obligó a ocultar.
La rebelión cívica y la cercanía de las elecciones generales les obligó a simular hace un par de años que daban por cancelado el denominado "proceso de paz". Ahora, toca retomarlo de nuevo.
Esa, y no otra, es la razón de que la autorización parlamentaria de negociación con ETA siga vigente. Esa, y no otra, es la razón de que los terroristas sigan dirigiendo 40 ayuntamientos y financiándose con el dinero de nuestros impuestos.
Así que estén preparados para que nos sorprendan en las próximas semanas con nuevos gestos dirigidos a simular que retoman unas negociaciones que, con toda probabilidad, no se han interrumpido nunca.
¿Y Mariano Rajoy qué dice a todo esto? Pues, para serles sincero, no tengo ni la más mínima idea. Probablemente nada.
Este gobierno mentiroso, nos la va a meter de nuevo, siempre han estado negociando, y ahora van a volver a hacerlo. Para que luego salgan diciendo gilipolleces de que se les va a arrinconar, arrinconar??, será detenerlos y meterlos en carcel, por no decir otra cosa más fuerte. Pero a donde estamos llegando, por tener el poder...., son unos sinvergüenzas.
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