miércoles, 6 de enero de 2010

Peones negros


Peones negros
6 de Enero de 2010 - 12:00:07 - Luis del Pino
El pasado domingo día 3 emitíamos en el programa "Sin complejos" un reportaje sobre los peones negros de Málaga. Tenía que haberse emitido el domingo 27 de diciembre, en la sección "Meridionalmente claro" de Paco Linares, pero las meigas de fin de año (en forma de apagón) hicieron que el último programa "Sin complejos" del año quedara interrumpido.
Sea como sea, el caso es que pudimos escuchar a diversas personas que colaboran con el grupo de Málaga (y con algún otro grupo andaluz de peones negros) explicar por qué habían decidido dedicarse a investigar la masacre del 11-M y a trabajar porque sepamos qué pasó aquel jueves negro. Philidor, Choya, Marcat, Santelmo y varios otros fueron explicando qué les había llevado a implicarse en una labor que poca gente entendía al principio y que mucha gente sigue sin entender.

Sin ánimo de interpretar los sentimientos de nadie, me atrevería a decir que había dos denominadores comunes en las distintas intervenciones: el sentimiento de horror por la masacre y la convicción de que no puede existir un verdadero régimen democrático si se encubre a los autores de un horror como aquél.

Sin embargo, tiene que existir algo más, porque esas dos características juntas no constituyen ningún factor diferenciador. El sentimiento de horror por la masacre fue compartido por muchísimos otros españoles (me atrevería a decir que por casi todos) y no por ello sintieron esos otros españoles ningún deseo de dedicarse a averiguar nada.

En cuanto a la segunda condición, hay muchos españoles que coincidirían con la afirmación abstracta ("no puede existir un verdadero régimen democrático si se encubre a los autores de un horror como aquél ") y no por eso se han dedicado a investigar el 11-M: unos (los que aún piensan que la versión oficial que nos contaron era correcta) porque creen honestamente que no se está encubriendo a nadie en el caso del 11-M; otros (los que saben que la versión oficial es falsa, pero desean que se sostenga) porque en realidad prefieren vivir en un régimen no plenamente democrático, siempre que el gobierno sea del tipo que a ellos les gusta; y otros, en fin, porque están íntimamente convencidos de que no vivimos en un régimen plenamente democrático, pero creen que no existe forma humana de cambiar ese hecho, por lo que prefieren inhibirse.

Por tanto, me atrevería a decir que las razones que impulsaron a una serie de personas a embarcarse en una tarea bastante ingrata, pero bastante necesaria, son múltiples: todas esas personas comparten, desde luego, el sentimiento de horror por la masacre y la convicción de que no puede existir un verdadero régimen democrático si se encubre a los autores de un horror como aquél. Pero comparten también al menos otras tres características: un acusado sentido crítico, para dilucidar por sí mismos qué tiene visos de verdad y qué no lo tiene; una clara convicción de que el requisito de vivir en un régimen de libertades es anterior a la cuestión de quién ocupa el gobierno o no lo ocupa (es decir, sitúan la libertad por encima de sus propias preferencias en materia de partidos, lo que equivale a desear la verdad caiga quien caiga) ; y un rechazo a conformarse o resignarse a la pérdida de libertad, que fuerza el deseo de hacer algo, lo que sea, para recuperar la libertad perdida.

Desde luego, me es imposible ser objetivo, pero ¡qué distintas serían las cosas en España, a todos los niveles, si hubiera muchas más personas como los peones negros, dispuestas a anteponer la libertad a sus propios intereses, dispuestas a trabajar para defender esa libertad, dotadas de la empatía necesaria para entender el sufrimiento ajeno y con la suficiente inteligencia como para someter a escrutinio aquello que les rodea, tratando de separar la verdad de la mentira!

Con unos cuantos miles de personas así, España sería un paraíso democrático.

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