martes, 8 de diciembre de 2009
La última pirueta del juez estrella (1)
La última pirueta del juez estrella (1)
CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO
Nuestro juez estrella global, el hombre que investigó los GAL, que procesó a Pinochet, que ilegalizó Batasuna, el que quiso empurar a los peritos del 11-M, el que pretendió iniciar una causa general contra el franquismo y el que tiene en vilo al PP y al PSC por asuntos de corrupción, podría dejar en breve la Audiencia Nacional.
Cansado, después de más de 20 años al frente de su juzgado y acosado por una querella que puede acabar con su carrera, aspira ahora a un cargo multinacional para el que necesita el respaldo del Gobierno.
Garzón no sólo es el juez español más famoso, sino el más polémico, el que despierta adhesiones y odios más apasionados. Su particular forma de instruir le ha hecho célebre entre sus colegas, que, mayoritariamente, le consideran un «pésimo juez».
Las dos causas con dimensión política que sigue en paralelo, Gürtel y Pretoria, son una muestra de esa peculiar forma de investigar, que consiste en iniciar sumarios que nunca cierra del todo y del que cuelga piezas separadas que aparecen en momentos muy concretos.
Para entender lo que ha sucedido en esos dos casos hay que situarse en el paraíso fiscal de Jersey, más concretamente en la oficina del BBVA Privanza. Durante muchos años, aquella oficina fue un lugar seguro. Pero allí se registraban algo más que cuentas opacas. El presidente del Banco de Vizcaya, Pedro Toledo, fallecido hace ahora 20 años, fue el primero en utilizar Jersey como un basurero de lujo.
En 1987, KIO llegó a tener algo más del 8% del capital del Vizcaya. El entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, autorizó a Toledo la recompra de esas acciones, que llevó a cabo el banco suizo UBS. Lo hizo a través de cuatro sociedades con cuentas en Jersey
(sigue)´
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