domingo, 6 de diciembre de 2009
Estos perros policía son muy currantes
El inspector Durán, junto a «Merlín», uno de sus perros policía, en el centro de la Casa de Campo / JAIME GARCÍA MARÍA ISABEL SERRANO | MADRID Domingo , 06-12-09
Tiene que gustar mucho ser policía y te tienen que gustar mucho los perros para lograr que hombre y can actúen como almas gemelas. Que intuyan juntos el peligro y que trabajen con la coordinación de una pareja de patinadores sobre hielo cuando se anda tras la pista de estupefacientes o explosivos. Profesionalidad y olfato a partes iguales. El hombre enseña al perro; el perro se vuelca con el hombre. Binomio perfecto.
De eso sabe mucho el inspector Pedro Durán, jefe de la Unidad de Guías Caninos de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Nos espera en el recinto de la Policía Nacional de la Casa de Campo. Está con «Merlín», un preciso pastor alemán, que posa como un auténtico modelo para la cámara. No se asusta en absoluto. Mirada noble y orejas en punta; siempre atento. Lo de «Merlín» se lo puso el subinspector Mario González. «Este fue el que le «bautizó»», comenta a nuestro lado otro subinspector de la Unidad, Luis Cabrera. Ambos también son parte del equipo del centro de adiestramiento.
«Estos perros son unos currantes». Las palabras del inspector Durán son rotundas. Cada agente tiene dos o tres canes a su cargo. Él tiene tres: «Para los explosivos está »Merlín»; «Inca» y «Nela» son mejores para detectar drogas», asegura el policía.
Cómo será la compenetración entre agente y can que si el agente está de baja o de libranza, nadie «toca» a su perro. A ellos les dan un animal cuando deja de ser cachorro -entre los seis y los nueve meses de edad- y tienen que emplearse a fondo en el adiestramiento, que suele durar algo más de un año. «Se tienen que hacer a nosotros. A nuestra voz. A nuestro mando», explica Durán.
En el centro de la Casa de Campo hay un total aproximado de 170 perros. El 80 por ciento son pastores alemanes que, según dicen, son «muy templados». También hay pastores belgas Malinois, y cocker, estos últimos muy buenos para olfatear drogas. La mayoría se compran; también hay donaciones.
«No elegimos cualquier chucho. Importa la raza y el pedigrí. Vamos a los mejores criadores, de España y del extranjero», comenta Durán.
Y recuerda una experiencia muy dura: el 11-M. «Yo me ví en Atocha y en Téllez buscando restos de explosivos que podían estallar. Aquel día no se olvidará por todo lo que supuso. Mejor no recordar. Y vivir. Mirar hacia delante. Fue impresionante. Hicimos un buen trabajo».
Los policías entrenan a sus perros a base de disciplina y juego. Nunca con presión. «El animal tiene que saber quien manda. Lo asume. Colabora y se le premia», dice.
Cuando se trata de una operación por drogas, el perro va junto al hombre. «En explosivos, el perro está solo. Por eso es tan importante un buen entrenamiento, para que no peligre la vida del animal». Durán está orgulloso de que, en Madrid, ningún can haya muerto en acto de servicio. Que siga así.
Como amante de los animales, y sobre todo de los perros, quiero manifestar mi más enhorabuena por la labor que realizan diariamente. Aunque nunca son valorados en su justo término, y les achacan fallos sin conocimiento de causa por parte de algunos "jefes". El perro siempre cumple, ya quisieran algunos cumplir como el perro.
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